¿Qué dirías Chema?

Por Bvlxp:

José María Pérez Gay murió hace cinco años. La última vez que lo vi con vida fue tomado de la mano de Andrés Manuel López Obrador, quien estaba en un periodo de hibernación después de haber perdido por segunda vez una elección presidencial.  Chema languidecía en el laberinto de confusión de la esclerosis múltiple: ya no podía hablar ni moverse por sí mismo, sus ojos hablaban por él y unos quejidos expresaban sus estados de ánimo. Andrés Manuel tenía la barba levemente crecida y estaba tranquilo, con el semblante impropio de un hombre que había fracasado dos veces en su intento por ser Presidente de México. Pasamos una velada familiar. Ese día conocí a Andrés Manuel. Mi tía me lo presentó como un viejo amigo de la familia que no necesita presentación, no porque prácticamente todo México lo conozca sino porque era, y es parte, de esa casa que también de muchos modos es mía. Nos dimos un abrazo cariñoso que se ha repetido las dos o tres veces que hemos coincidido en aeropuertos y otros lugares llenos de gente. Recuerdo el quejido de emoción de Chema ante nuestro abrazo; él sabía que a Andrés Manuel y a mí nos separan muchas cosas, pero que al mismo tiempo hay un lazo familiar irrompible que se tejió a través suyo. Esa noche, mientras conversamos de México y su gente, de la familia, de cualquier cosa, Andrés no soltó la mano de Chema; es un gesto que recordaré por siempre. Andrés Manuel sabía que estaba perdiendo a su mejor amigo. Al día siguiente, AMLO reiniciaba su periplo por México y se despidió de Chema con un beso en la frente que me arrancó lágrimas. Ignoro si volvió a verlo con vida, pero me parece que Andrés y yo nos despedimos la misma noche para siempre de José María Pérez Gay. Yo agradezco a la vida este lazo cariñoso que me une a Andrés Manuel López Obrador.

Chema acompañó a AMLO durante muchos años. Durante su gestión como Jefe de Gobierno del Distrito Federal fue su consejero de palacio, su compañero de oficina, su asesor, su confidente. Chema lo acompañó en los días aciagos del desafuero y lo convenció de comparecer ante la Cámara de Diputados durante el juicio de procedencia. Chema habría sido Canciller de México si AMLO no hubiera perdido la elección ante Felipe Calderón, una gestión que me hubiera gustado ver, la gestión de un hombre cosmopolita, culto, moderno, apasionado y comprometido con el internacionalismo, con una visión progresista del mundo y de las relaciones entre naciones. Chema fue el compañero de Andrés Manuel en mil hazañas, el que temperaba los ánimos de AMLO, lo regresaba el piso, le daba realismo e institucionalidad.

Cinco años y medio después de aquella noche, AMLO se encuentra ante la misma encrucijada: su tercera batalla por llegar a la Presidencia. Contrario al AMLO de buen ánimo del 2012, cuando se inventó lo de la “República amorosa” y escogió a hombres y mujeres de buen perfil y de expedientes limpios como oferta de gobierno, en 2018 el cuento es totalmente distinto. Luce cansado y frágil, sin los bríos de hace doce años ni mucho menos de hace dieciocho. El AMLO de este año se parece mucho al 2006 en el sentido de que llega fuertemente cuestionado al día de la elección. La perenne desconfianza que levanta entre la gran mayoría del electorado ha sido acentuada porque ha vuelto a su actitud hostil, estridente, arrogante, desbocada del 2006. Recuerda mucho al AMLO de la presidencia legítima y el plantón en Reforma; el tono y el modo resuenan como no lo hicieron en 2012. A esta actitud se añade los compañeros de proyecto que ha elegido y quienes están en el corazón de su plataforma política.

AMLO es un gran lector de la realidad y el ánimo mexicanos pero, inexplicablemente, ha elegido rodearse de lo peor que ha dado la política mexicana: de corruptos, de improvisados y de charlatanes. Una oferta política que, en mi opinión, terminará por costarle la Presidencia en un momento en que México busca un rumbo ético que AMLO ha abandonado al arropar a sus nuevos compinches políticos.

Con Chema muerto, no puedo dejar de preguntarme qué pensarías, Chema, de los compañeros de Andrés. ¿Qué opinión te merecería la alianza con el Partido Encuentro Social, el fichaje de Cuauhtémoc Blanco, la mediocridad de la propuesta, el arropamiento de personajes tan menores y hasta vulgares? ¿Habrías estado contento de toparte a Nestora y a Napito? ¿Cómo te sentirías al darte cuenta que muchas de las mejores compañías de Andrés Manuel que se reunían y se reúnen aún en tu casa lo han abandonado moralmente? ¿Qué dirías de que tu espacio y el de tu grupo ha sido ocupado por segundones y advenedizos?

Cuánta falta hizo tu mano, Chema, para que Andrés Manuel pudiera enseñarle a este México del 2018, lo mejor que tiene que ofrecer; y cuánto más harás falta en caso de que gane la Presidencia para guiarlo con la mano firme por la orilla del abismo al que lo invitan a caer sus bufones y los fanáticos que han venido a llenar tu sitio. Te extraño siempre, pero te extraño aún más cuando sería imprescindible que aquí estuvieras.