Para sobrevivir años canallas

Por @Bvlxp:

Pues el 2016 resultó ser uno de esos años que a nadie le caen bien. Después de lo sufrido colectivamente, nadie puede tomar en serio a esos insufribles que con pedantería sueltan un “Pues para mí el 2016 fue un buen año”. No sólo porque el 2016 fue famoso por llevarse a gente entrañable en un amplio espectro del corazón, sino también porque en este año el mundo cambió mucho y sobre todo para mal. La revista TIME escogió a Donald J. Trump como la persona del año y la elección no pudo ser más elocuente. Trump es la cara del 2016: feroz, cruel, mordaz, arrogante e incompasivo.

Estamos viviendo una época de desacuerdos y el 2016 ha sido implacable en retratarlos de la peor manera. El 2016 nos deja, sobre todo, con menos terreno común donde acomodarnos y desde el cual imaginar un futuro compartido. Las lecciones de este año parecieran ser que los que estaban acostumbrados a ganar deben ahora acostumbrarse a perder y a ser despojados de todo lo ganado. Los nuevos ganadores no quieren simplemente que les vaya mejor, parecen quererlo todo; no quieren una reivindicación, quieren venganza. El 2016 es un síntoma de años de tesón invertido en alimentar las circunstancias que nos han llevado a perder el común denominador de la decencia para tramitar nuestras visiones divergentes del mundo.

Cuando el panorama que ofrece el mundo se vuelve desolador, el mejor remedio es acudir a la amistad y encontrar ahí el sitio desde el cual podemos encontrarnos y construir hacia adelante; el lugar sentimental que nos recuerda los parámetros importantes para ir por la vida. El mundo necesita hoy como nunca de los códigos, las fuentes y el idioma de la amistad. Si perdemos esto, perdemos todo. Si la amistad se traiciona y vale menos que las posiciones ideológicas, estamos perdidos. Necesitamos de la amistad para ver de nuevo y de cerca lo que más importa: la compasión, la ternura, saber que cuando el otro se equivoca es cuando más necesita de nosotros. La amistad se alimenta de la lealtad, de saber seguir caminando juntos porque lo importante no es este preciso momento sino todo lo que tenemos detrás y lo que nos espera delante.

La amistad es ese momento sin fin que se nutre del pasado y piensa siempre en el futuro. La amistad es una promesa que nos hacemos a nosotros mismos, la esperanza de encontrarnos siempre allá adelante con este que somos. Para triunfar, la amistad debe saber sobreponerse al presente, saber que este preciso momento es uno más que quedará atrás y que es fundamental no quemarlo todo porque el incendio puede destruir el pasado y hacer yermo el futuro. La amistad es una reliquia que visitamos a diario, un templo que nos recuerda quienes fuimos, moldea como somos y nos promete que ahí delante seguiremos siendo al lado de alguien que nos ha entendido siempre, que nos da sentido, que le da sentido a nuestro mundo y a nuestra historia.

Que el 2017 no sea una tierra arrasada sino el sitio desde donde imaginemos una nueva fraternidad, donde lo importante se sobreponga a lo trivial, que sepamos acompañarnos de quienes entienden la vida como una interminable labor de amor.

Feliz Navidad a todos.