Mundo offshore: dos lecciones y un imperativo

Por Frank Lozano:

Primera lección: le hemos dado el tiro de gracia a la invisibilidad. Todo comenzó con WikiLeaks y Julian Assange. Las revelaciones hechas por este hombre, cimbraron las estructuras de poder. Expusieron el valor que rige las relaciones internacionales y la fragilidad de las alianzas entre estados: la simulación. Pero no pasó nada, excepto el exilio de quien expuso las costuras de esa camisa de fuerza, llamada, espionaje. Hoy,  Assange vive preso en libertad, el poder sigue como tal y el resto del mundo somos espectadores de un juego que no comprendemos.

Luego vino la revelación de los malos manejos en la FIFA. Otro efecto dominó que arrastró a varios países con sus respectivos personajes, la sorna mundial contra el jeque del fútbol, las noticias de favores por dinero, compra de votos para designar candidaturas, la sospecha de juegos arreglados y algunas investigaciones penales en curso, que, seguramente terminarán en cárcel para los implicados. Pero es fútbol ¿no? Es decir, es dinero.

El nuevo episodio, tiene que ver con la sospecha de evasión fiscal a escala global.  Se trata, a juicio de los difusores, de una intervención sin precedentes, de un ejercicio periodístico a partir de la cual, se documentaron cuarenta años de expedientes para dejar expuesto el comportamiento de las élites económicas respecto a sus prácticas financieras.

La lista preliminar de implicados sacia el morbo del público: políticos, empresarios, artistas, futbolistas, narcotraficantes, comparten expedientes en una convivencia silenciosa, patrocinada por la empresa panameña Mossack-Fonseca.

Segunda lección: la legalidad no supone un comportamiento ético. La modalidad de empresas offshore está regulada en muchos países. Se afirma, desde la ley, que no es delito sacar dinero de un país.

La revelación, como muchas cosas, dividió opiniones. En el caso mexicano, algunos editorialistas, como Ricardo Alemán, salieron con bombo y platillo a descalificar la información y a quienes creen que detrás de la información huele a evasión fiscal. Más que como analista, este tipo de editorialista fungió como parapeto.

Por su parte, el público mexicano, desde el enojo que provoca vivir en un país de privilegios, demonizó inmediatamente a las treinta y tres personas que preliminarmente aparecen en las listas filtradas. Ni una, ni otra vía son las correctas. Hasta donde va, la filtración tiene por objeto hacer visible un fenómeno. No se trata de un juicio a priori, se trata de una exhibición cuya vitrina es internet.

Lo cierto es que lo difundido le abre otro boquete al derecho y torna urgente el aspecto ético, solidario y de responsabilidad hacia quienes optan por sacar recursos del país, bajo las actuales condiciones de desigualdad y debilidad financieras.

Imperativo: actuar. Y en este punto, le toca Estado mexicano. El Estado debe actuar en bloque. Cada actor está llamado a revisar desde su ámbito institucional qué le toca y qué no le toca hacer en un caso como este. El tema, no puede reducirse solamente a un enfoque tributario, donde el SAT se erige como el gran juez. Hablamos de diseño legal, institucional y de justicia. Hablamos también de los agentes económicos organizados, de sus gremios. La noticia debilita por igual al gobierno, que a los empresarios. ¿Con qué cara se encuentran y se saludan dos empresarios después de esto? ¿Con qué cara le exigen cuentas a un gobierno? La crisis de credibilidad mancha a todos por igual.

El imperativo de actuar, se vuelve así una nueva oportunidad nacional donde, la coyuntura es, seguir el camino de la simulación o bien, diseñar una respuesta de fondo, desde lo político y desde la política, para terminar de una buena vez con los privilegios.