El unicornio de la empatía

Por Isabel Hion:

La tolerancia en redes sociales es un animal mítico. Todos abogan por la minoría de su conveniencia y la apoyan cuando se acuerdan de que la injusticia existe en este injusto mundo. El resto del tiempo, nos limitamos a los memes, las nudes, los videos de perritos, fotografía de comida, de dónde estamos, con quién… Ya saben: ser alguien en la vida digital y confirmarle a los demás la estupenda vida que llevamos.

La idea de tolerancia hoy en día es una paradoja: vamos a ser tolerantes y defenderemos a todos y a todas las minorías porque todas las vidas importan… excepto esos imbéciles que no defienden a las minorías; esos sí merecen la muerte, por favor. ¿De qué tolerancia estamos hablando? ¿De la tolerancia que se acomoda a nuestras culpas y privilegios? ¿La tolerancia que no nos pone a reflexionar en la humanidad de quienes no son tan evolucionados ni conscientes como nosotros? Pero la respuesta fácil es ser tolerante con quien es fácil tolerar. En el momento en que te pidieran ser tolerante con el infame, el intolerante, el criminal, ¿también saldrías a marchas, te tomarías fotos con tus carteles y lo subirías a todas tus redes sociales? ¿Defenderías al indefendible, o a sólo el que te conviene defender?

Al final es eso: se ha llegado a un nivel de espectáculo tan absurdo que incluso las causas sociales, el activismo y la caridad se han convertido en trending. “Qué oso que no seas consciente y no apoyes a quienes no les va tan bien como a ti, ubícate”. Claro que en el inter seguimos usando esa ropa fabricada a base de sistemas de producción de masas que atenta contra los derechos humanos, por mencionar sólo alguna de las incongruencias que nos encanta experimentar mientras le decimos al mundo lo conscientes que somos, los luchadores sociales empedernidos de nuestro joven espíritu mientras sostenemos el selfie stick en algún lugar exótico. “Life is marvelous”, o inserte cualquier otra frase en inglés de empoderamiento personal, cuando a ti lo que te empodera es ese minúsculo like.

La sociedad del espectáculo también es eso: hacerte creer que mientras luchas por alguna causa noble bajo los reflectores y lo compartes es la idea de revolución. No se engañen: la revolución nada tendrá que ver con sistemas aprobados, mientras aún sea favorecida la entidad a derrocar, mientras creemos que se es revolucionario para quedar bien, para estar en el trend, para vernos guapos. No está mal no querer ser revolucionario; a nadie le importa si lo eres o no, a nadie le importa a dónde fuiste a comer, ni qué música estabas escuchando ni cómo lucía tu comida.

No está mal llevar una vida de desinterés por el otro en redes sociales; las redes sociales nunca se han tratado del otro a final de cuentas. Pero si vas por ahí señalando a quienes no comparten las mismas causas buenas que tú cuando tu amor por la lucha social se limita a sentirte mejor integrado con una sociedad que aplaude a los revolucionarios, entonces lamento decepcionarte: Facebook e Instagram no se hicieron para la revolución. Twitter tampoco. Mejor suerte a la próxima.