Por Ángel Gilberto Adame:
Los viajes ilustran, dicen. Para mí son fuente de placer, aventura, descubrimiento y, a veces, de recuerdos buenos y malos.
Hace poco tiempo visité una gran franja del Desierto de Mojave, dentro de la parte que ocupa en los estados de Arizona y Nevada. No es la primera vez que andaba por ahí, pero el hecho de que fuera con la intención primordial de tomar fotografías, me hizo observarlo de manera distinta.
Aunque no conocí el cercano Joshua Tree National Park, pude estar frente a frente con este mítico árbol de la familia de las agaváceas. El misticismo que le atribuyo no deriva de su particular nombre, árbol de Josué, mismo que le fue otorgado por los mormones, o a sus particulares características: un tronco fibroso, de raíces muy superficiales y de flores blanco-amarillentas. Mi atención nace porque representa a uno de los álbumes que más han marcado mi vida, tanto por el tiempo en que lo escuché por primera vez —el verano de 1987—, como por su indiscutible calidad. Creo que no es necesario explicar que me refiero al quinto disco de U2, lanzado el 9 de marzo de ese año y considerado el número 26 en la lista de Rolling Stone. Aquí una de sus imágenes representativas:
Sin pretenderlo originalmente, los recuerdos que me trajo esa visión me provocaron a efectuar un recorrido visual por todo el álbum, identificando cada una de las canciones con imágenes que las evocaran real o figurativamente, buscando demostrar que la música, dentro de todo lo que nos ofrece, no sólo puede ser oída, sino también vista y perceptible al resto de nuestros sentidos. Tal es su poder.
Where the Streets Have No Name
Bullet the Blue Sky
Running to Stand Still
Red Hill Mining Town
In God’s Country
Trip Through Your Wires
One Tree Hill
Exit
With or Without You
Mothers of the Disappeared