Por Frank Lozano:

En política no hay víctimas, hay trayectorias que dan vuelcos, hay inmensos depósitos de mierda que vienen y van de un lado a otro, hay pasado y hay futuro, pero víctimas no.

Marcelo Ebrard Casaubón vive hoy uno de esos vuelcos que da la política, al haber sido revocado su derecho a contender por una curul por parte del Tribunal Federal Electoral, a petición del indeseable Partido Verde Ecologista, cumpliendo sus funciones de lacayo del PRI.

No obstante, Marcelo Ebrard paga las consecuencias de sus decisiones pasadas. De origen priísta, cercano al círculo del ex presidente Carlos Salinas, Marcelo llegó posteriormente al PRD guiado por Manuel Camacho Solís. A partir de ahí, se da el primer vuelco en la historia política de Ebrard, pues rompe con el grupo que lo cobijó.

El resto lo conocemos, fue un personaje cercano a Andrés Manuel López Obrador; un excelente jefe de gobierno que permitió que un personaje tan gris como Manuel Mancera arrasara en las elecciones del año 2012.

El primer error de Marcelo Ebrard fue no haber aparecido en la boleta presidencial en la elección del 2012. Marcelo conectaba muy bien con las clases medias y medias altas, ese voto que históricamente rechazaba al PRD. Tenía en su haber logros tangibles de gobierno. Impulsó como ninguno otro político de izquierda la agenda progresista y se ganó un lugar en la mente de los ciudadanos como la de un político inteligente, capaz y de acción.

No obstante, al parecer, también fue un político tibio, pues permitió que el obsesivo Andrés Manuel le ganara en la mesa la nominación por el PRD —ante el pasmo pusilánime de los Chuchos— y el gran capital político que había forjado como jefe de gobierno, poco a poco se diluyó.

Posteriormente vino la ruptura política con Mancera, el escándalo y persecución mediática por la línea 12 del metro,  su salida por la puerta trasera del PRD y su efímera llegada a Movimiento Ciudadano, un partido que, salvo en Jalisco, no pinta a nivel nacional.

El PRI está en lo suyo, usando su poder y a sus patéticos aliados para allanarse el camino al 2018. Le quita el reflector al que seguramente sería —o será— el abanderado por Movimiento Ciudadano para la elección presidencial del 2018.

Queda la duda sobre el actuar del Tribunal Electoral. Se trata de una duda razonable respecto al argumento por el cual privan del derecho a contender a Marcelo Ebrard.

Por lo pronto, la decisión está tomada. Hoy los ciudadanos nos quedamos sin la opción de elegir a un hombre que, más allá de sus vuelcos y de sus giros políticos, había demostrado capacidad de gobernar, congruencia y eficacia.

Seguramente Marcelo y su equipo encontrarán un espacio para construir la plataforma que requieren para llegar con suficiente visibilidad a la próxima elección. Lo que hoy sucedió, ya es parte del futuro, es decir, parte de la sucesión presidencial.

Quizá el PRI, ante la inminente derrota electoral que tendrá en este proceso intermedio, está comenzando a ver más allá del 7 de junio. Todo parece indicar que así es y también, todo parece indicar que usarán lo que esté a su alcance para permanecer en el poder.