De novel a Nobel

Por Juan Francisco Morán:

La noticia llegó el 13 de octubre. No era extraño escuchar el nombre de Bob Dylan entre los nominados al Premio Nobel de Literatura. Tiempo atrás, en el mundo literario ya se había hecho notar como un candidato, sin embargo, en esta ocasión su nombre no sonaba en las casas de apuestas como sí el de Haruki Murakami y Philip Roth, quienes por varios años consecutivos han sido los favoritos por la casa de apuestas Ladbrokes.

Al escuchar la resolución de la Academia Sueca –la que por cierto este año anunció al ganador el segundo jueves de octubre, en lugar de hacerlo el primero del mes–, mi asombro brotó como una enfermedad viral. ¡Bob Dylan!, ¿de verdad? No pude controlar mi imaginación. Mi gusto por leer a Murakami me hizo recrear su imagen sentado en un futón, escuchando a Litz en compañía de un gato leyendo el resultado del ganador del Nobel de Literatura 2016 en el encabezado digital del periódico Asahi Shimbun y sentir una nostalgia eterna por su eterna nominación.

Ya me había acostumbrado a los discretos ganadores designados por la Academia en los últimos años: Alice Monroe, Patrick Modiano y Svetlana Alexiévich, quienes se volvieron mundiales a raíz de ser galardonados. Sin embargo, este año rompió la inercia de la discreción y otorgó su gratitud a una figura consagrada mundialmente en el mundo de la música.

Los criterios para designar al ganador han sido confusos, pero este año dejó a varios varados en la duda y credibilidad. La polémica hizo hervor en las redes sociales y la opinión elevó la temperatura a grados infernales a través de “memes” que se mofaron de la decisión, de los cuales el mejor para mí fue uno que le daba ánimos a Arjona para alcanzar el premio por su notable contribución a la humanidad con la profunda lírica de sus canciones.

A pesar de la aparente incongruencia por parte de la Academia Sueca de nombrar ganador a un aclamado músico –quien ha sido nominado 43 veces al premio Grammy y lo ha ganado 12 veces–, hay algo que me hizo reflexionar que las razones de la Academia para otorgarle el premio a Bob Dylan fueron, después de todo, congruentes.

Declaro no ser un fanático del autor de Knockin’on heaven´s door, pero lo curioso es que ha llegado a interesarme su música por la literatura. Leer a Murakami, Cortázar y Rushdie puso a Dylan en mi radar. Todos ellos lo han mencionado en sus obras, se han inspirado en su música y la misma contiene letras que en conjunto manifiestan poesía, y como escritores la reconocen y honran. Salman Rushdie –a pesar de tener la nacionalidad británica– sufrió una despiadada discriminación por su prosapia india, y en su libro Los versos satánicos cita literalmente I pity the poor immigrant, canción que aclama la difícil realidad de quienes se enfrentan a dejar sus orígenes para abrirse paso en tierras ajenas –memorando la realidad que a él le toco vivir.

Después de reflexionar en esto, el resultado ya no es tan extraño. ¿Hasta dónde ha llegado la obra de Bob Dylan? Ejemplos como los que menciono acreditan el reconocimiento por parte de respetables literatos de considerar poesía a sus canciones; y la poesía tiene cabida en la literatura, razón por la cual, no es descabellado escindir la obra del músico para apreciarla en lo individual (música y letra) y en conjunto en sus canciones. Es confuso que se le haya dado el Nobel de Literatura a un músico, pero cuando se escinde la obra del personaje, es claro que también su lírica es meritoria para ganarlo.

No podemos pensar que sólo los escritores tienen acceso al citado premio y declarar inaudito que un músico lo gane, –insólito sí, pero inaudito no–. Debemos abrir el ángulo y ver más allá del músico. La obra de Bob Dylan ha sido una contribución notable a la humanidad, ha sido reconocida en el mundo literario por muchos escritores y la Academia ha tomado en cuenta todo esto para otorgarle dicho reconocimiento.

Recomiendo no sólo escuchar la música, sino también leer las letras de canciones como: Girl from the north country, I pity the poor immigrant, Master of war, y  A hard rain´s a gonna fall y verán dentro de ellas letras que forman palabras, toman fuerza en su oraciones y como un huracán que se alimenta de aire frío y caliente ponen de cabeza a quien las leen.

A manera de epigrama, diría:

Bob Dylan, el músico que de ser considerado un novel en la literatura pasó a ser Nobel de Literatura.