¿Cuál corrupción?

Por Frank Lozano:

México es el país líder en percepción de corrupción en América Latina, de acuerdo al informe realizado por Transparencia Internacional. En dicho documento, se afirma que el 51 por ciento de los mexicanos han pagado sobornos. A nivel global, nuestro país ocupa el lugar 123 de 176 países medidos.

La corrupción no es exclusiva del sector público, pero si eres un servidor público, por ejemplo, el Presidente de la República, no puedes acusar los ciudadanos de ser paranoicos por andar viendo corrupción en todos lados. Peña Nieto lo hizo. Y así como dice que su gobierno es el que más empeño ha puesto en combatir la corrupción, hay que decir también que su gobierno es el que más escándalos de corrupción acumula.

Comencemos por lo básico. Su esposa recibe una casa construida por una empresa que recibió contratos millonarios cuando Peña Nieto fue Gobernador del Estado de México; dicha empresa ha recibido también durante este sexenio contrarios multimillonarios de obras públicas. Esa misma empresa le otorgó a su hoy canciller Luis Videgaray otra casa. Peña y sus colaboradores se autoexoneran mediante una investigación patito encabezada por un incondicional: Virgilio Andrade.

A principios de su sexenio, el Presidente Peña Nieto sublima públicamente a una nueva generación de gobernantes de su partido. Los talentos en cuestión, como todos sabemos, están en la cárcel y otros prófugos. La lista de gobernadores perseguidos o con ordenes de extradición llega a nueve, de los cuáles su gobierno no ha sido capaz de capturar a uno solo. La mayoría tuvieron la facilidad de abandonar el país y no ser molestados por ninguna autoridad local y fueron aprendidos en el extranjero.

Recientemente, mexicanos contra la corrupción difundió una investigación titulada La Estafa Maestra. En ella, se da a conocer con detalle un desfalco monumental a las finanzas públicas. Miles de millones de pesos malversados mediante un esquema que involucró a algunas universidades públicas. Ese dinero se esfumó de la faz de la tierra, en cambio, los responsables del desfalco, cual monolitos, se mantienen inmutables en sus cargos.

El hijo del líder sindical petrolero es exhibido en un auto revestido de oro. El coordinador de los senadores del PRI es un viajero frecuente en aeronaves oficiales, pero para usos personales. El ex Director de Pemex es señalado directamente como uno de los beneficiarios de la empresa Odebrecht como una parte de la red de sobornos que detonó una investigación de corrupción en Brasil. El Secretario de Comunicaciones y Transportes sale ileso por el socavón de una obra recién inaugurada que mató a dos personas, obra en la que se demostró responsabilidad directa y omisiones por parte de la SCT. ¿Le seguimos?

En este contexto, el tono y la actitud empleados por el primer mandatario resultan ofensivos. El reclamo del Presidente hacia quienes señalan a la corrupción como uno de los peores males que padecemos en México, no solo es injusto, está fuera de lugar. Ignoro si por arrogancia o por miopía, Peña Nieto ha decidido minimizar el tema de la corrupción.

El método, no es ajeno a su gestión. Lo mismo intentó hacer con el tema de la seguridad durante los dos primeros años de su gobierno, al pretender que al no hablar de inseguridad, mágicamente, esta ya no existiría.

Se equivocó, y seguramente en el tema de la corrupción también se equivocará. Lo lamentable para los mexicanos es que la corrupción sí es real y está presente en todos los aspectos de la vida pública y privada.

Lo lamentable es que la transformación institucional es cosmética, dado que, quienes  la promueven, (léase clase política) en una u otra medida, son cómplices o socios. Si bien la corrupción no es cultural, como afirma Peña Nieto, en cambio sí es sistémica y endémica de la política, por tanto, lo que se debe transformar de fondo son las reglas y el andamiaje institucional que la propicia y terminar de una buena vez de renovar la vida pública nacional, sustituyendo a esta clase política cínica y corrupta.