Crear también es sueño

Por Isabel Hion:

La creación surge de toda clase de regiones y a partir de muchos estados. Edificar lo que permanece en nuestra mente y ponerle nombre, es también dar vida a la forma en que vemos y comprendemos el mundo. Todo es mutable; creemos que algo nos pertenece, y entonces cambia. Podríamos decir que las historias que contamos son el resultado de nuestras ensoñaciones y las maneras en que tergiversamos lo que deja una impronta en nosotros. Al crear, compartimos, y abrimos puertas para que los demás vean qué hay en nuestro interior. Una creación colectiva pasa de ser la semilla en la mente de uno, para convertirse en una realidad.

Crear también es abrir paso a la mas dura honestidad y a la mentira. Encararnos a nosotros mismos a partir del acto de creación, o erigir desde cero. Incluso al mitificar, es imposible retener parte de nuestra esencia. Contar una historia desde la ficción también es dejar que una parte de nosotros, probablemente escondida, narre su version de la vida. El ser humano necesita escuchar y decir historias, y compartirlas, y usaremos toda clase de herramientas para disfrazar que, al final, siempre somos nosotros mismos recreando una ensoñación de nuestra mente.

Crear también es un dialogo constante de lo físico con lo intangible. De lo mental con lo material. De lo personal con lo colectivo. Crear es la unión de muchos mundos que impactan a cada momento y buscan su camino para entenderse. Es ahí donde el escritor del camino y de la experiencia conoce al escritor que concibe y reflexiona desde su torre de marfil. Necesitamos de ambos para comprender qué hay alrededor, de qué esta hecho el mundo del que somos parte, con quiénes compartimos un lugar y un espacio, qué está sucediendo mientras vamos por la vida creyendo que las cosas sólo nos suceden a nosotros.

La creación se ha ido forjando, desde mediados del siglo pasado, un camino hacia lo colectivo, hacia el entendimiento del otro y la empatía. Ensoñamos mientras el de al lado hace exactamente lo mismo que nosotros, y esa es una de las cosas que nos une como humanidad. La literatura del “nosotros”; la que habla de la vida ajena para dibujar la propia. Ensoñamos y creamos no sólo para el “yo”, sino para quienes viven y vivirán. El pasado solo existe para el presente, ya que incluso el futuro es incierto, intangible e inútil.

Concebir el mundo y la vida como un todo, como un enlace directo aunque sutil entre cada uno de los seres vivos, puede ayudarnos a convertir el sueño en materia, y descubrir que lo físico es para ser compartido, pues de otra manera habría sido mejor guardarlo para la mente y lo subjetivo. Todo lo que nos rodea es para todos, aunque el mundo se haya encargado de decirnos lo contrario. La literatura también es para todos. Las historias que contamos son para todos. Las ideas están en movimiento y nuestros mundos personales nos permiten comprender la creación como una manifestación que se expande y transforma.

El encanto colectivo de las historias; los momentos ancestrales en que la comunidad se reunía frente al fuego para alimentar su imaginación y reconfigurarla han permanecido hasta nuestros días; sea en forma de libros, series, novelas gráficas, películas. Compartir historias, ensoñar, imaginar, recrear y transformar, es para el colectivo, y para nosotros mismos. Ademas, es necesario. Ver al otro es necesario. Cambiar la realidad es necesario. Movernos siempre, jamás rendirse.