Breves apuntes junto al mar

Por @Bvlxp:

Estar sentado frente al mar es contemplar el asedio de una casa sin puertas; la casa a la que nunca dejamos de volver, el sitio entre cuya violencia incesante encontramos sosiego. Como de una mujer, el mar es el sitio de donde siempre se vuelve distinto. Se vuelve del mar como se vuelve del amor.

Las vacaciones son el tiempo lejos del tiempo. Quizá nuestra mejor versión sucede lejos de la rutina, donde a la vida se le achatan los bordes. Y al mar venimos a reencontrarnos con nuestro asombro y nuestra suavidad. Volver al mar es volver a nuestra calma y a nuestro propio misterio.

He presenciado de nuevo a un niño que ve por primera vez el mar, el momento exacto en que sus ojos lo tratan de comprender, cuando intentan darle sentido a tanta agua que por vez primera están viendo de esa manera junta. Puedo decir que el momento espiritual más importante sucede cuando por vez primera estamos frente al mar, cuando nuestro corazón se confunde con las olas, cuando verdaderamente volvemos al ritmo universal. En los ojos de los niños que ven por primera vez el mar hay asombro, sí, pero un asombro que se parece mucho a regresar a algo profundamente familiar. Como si todo el camino hecho hubiera sido para volver.

Después de la primera vez, no importa cuántas veces regreses, cuando vuelves te das cuenta de que nunca dejaste de escuchar el mar.