¿Y todo para qué?

Por Adriana Med:

"Hoy iba a ser un buen día, pero entonces leí las noticias". Una frase así podríamos escribirla en todas las páginas de nuestro diario, si tuviéramos uno. La desesperanza y el desconsuelo pueden encontrarnos a la vuelta de todas las esquinas de un día soleado en el que parece que nada podría salir mal. Porque muchas cosas saldrán mal, sin duda. En nuestro país y en muchas partes del mundo. En este preciso momento. Y en el siguiente. Dice un bello poema de Juarroz:

Mientras haces cualquier cosa, alguien está muriendo.

Mientras te lustras los zapatos, mientras odias, mientras le escribes una carta prolija a tu amor único o no único.

Y aunque pudieras llegar a no hacer nada, alguien estaría muriendo, tratando en vano de juntar todos los rincones, tratando en vano de no mirar fijo a la pared.

(…)

Por eso, si te preguntan por el mundo, responde simplemente: alguien está muriendo.

Podemos agregar también que alguien está sufriendo, alguien está llorando, alguien está siendo torturado, alguien está siendo violado, alguien inocente está siendo encarcelado, alguien está siendo apedreado,alguien está pasando hambre y frío, y un largo etcétera. Por si eso no fuera poco, resulta que también es altamente probable que alguien -un estudiante, tú y yo por ejemplo- esté desapareciendo (lo que sea que eso signifique).

Tristes y enojados, escuchamos a algunos de nuestros semejantes decir que nada va cambiar nunca o que va a ir de mal en peor, que no hay nada que podamos hacer, que estamos condenados, que el ser humano es por naturaleza así: malo. Y a todo esto hay que agregarle nuestros insignificantes problemas personales, nuestros infiernos, nuestras miserias y nuestras tonterías. ¿De dónde vamos a sacar fuerza para seguir?, nos preguntamos los melancólicos. Para qué estudio, para qué trabajo, para qué me esfuerzo, para qué intento hacer las cosas bien, en resumen para qué me levanto de la cama si el panorama es tan oscuro. ¿Para qué? Y sin embargo el mundo sigue girando y nos vamos dando cuenta de que no somos ni los únicos tristes ni los únicos enojados.

Tal vez tengan razón quienes dicen que protestar no es suficiente. Sin embargo, estoy convencida de que todos nuestros actos tienen influencia en el presente y futuro, así como en las personas a nuestro alrededor. La gente que no es indiferente y hace lo mejor que puede por vivir en un mundo mejor, la gente que le dice al que sufre que no está solo, por un lado me hace sentir mal conmigo misma, por mi pereza y desidia, y por el otro me devuelve la esperanza. Todas las movilizaciones pacíficas, aparentemente inútiles, hacen ruido e inspiran a personas como yo a volver a poner el dedo en el renglón. Para parafrasear a Martin Luther King, alzar la voz y escribir son formas de no dejarse morir: hablemos de lo que importa.

No caigamos en la trampa de creer que nada puede cambiar porque no hay nada más natural que el cambio, y si tantas cosas han cambiado en un aparente corto periodo, no hay razón para pensar que no van a seguir haciéndolo.Cuando caigo presa de la apatía me gusta pensar en mis derechos y en mis privilegios, y en lo mucho que estoy en deuda con mis antepasados. Si me hubiera tocado vivir antes de 1953 no tendría ni siquiera derecho a votar. ¡Eso fue hace apenas 61 años! Mi abuela es más vieja que la democracia, diría Louis C.K. Y sí. Fue producto de una larga lucha y de no poco sufrimiento. ¿Qué pasaría si esos hombres y esas mujeres que lucharon por los derechos de los que ahora gozo hubieran tirado la toalla convencidos de que era una batalla inútil,o decidido que eso "no estaba en sus manos"? ¿Qué sería de mí, de ti? Y lo más importante: ¿qué será de nosotros y de las generaciones que vienen si cerramos los ojos ante la injusticia? El mundo duele, pero hay que escucharlo y mirarlo de frente.

Quisiera que todos se dieran cuenta de que cosas como hacer lo correcto, lo legal, como no dar mordidas, como informarse, como estudiar, como enseñar, como manifestarse, como involucrarse en lo que pasa, como defender los derechos de los oprimidos, como apoyarse los unos a los otros, como hacer algo tan simple como marchar o escribir o grabar y subir a internet un vídeo fraternal, son actos valiosos que no caen saco roto. Es lamentable tener que decirlo, pero en un país tan inseguro y violento como el nuestro casi cualquier acción requiere de cierta valentía. Así que volvemos a la pregunta inicial: ¿para qué? Tal vez para no morir por dentro y que un verso menos triste se escriba en nuestra historia: Alguien está luchando. La solidaridad, después de todo, es un motivo para sonreír.