Todas las mujeres son reales

Por Adriana Med:

La semana pasada se hizo viral una campaña publicitaria de Lane Bryant llamada I’m no angel que cuestiona el estereotipo de belleza femenino de Victoria’s Secret. En ella, unas hermosas mujeres con unos kilos de más posan en lencería. Todo bien excepto por algunas posturas extremistas que ha generado, y la popularización de un concepto que me alarma: “mujeres reales”. ¿Acaso hay mujeres que no lo son?

En mi opinión estas firmas no son muy diferentes. Ambas basan su imagen en un solo tipo de cuerpo y su principal objetivo es vender. Ninguna muestra variadas constituciones físicas. Ni mujeres con discapacidades. Ni mujeres calvas. Ni mujeres transgénero. ¿De verdad una es moralmente superior a la otra? Yo creo que no. Pero debo admitir que Lane Bryant movió algo que Victoria’s Secret no había movido, y eso es un paso. No descarto la posibilidad de que esta polémica contribuya a que haya campañas más incluyentes en el futuro por parte de estas u otras firmas.

Me encantan la ropa, las revistas de moda y las pasarelas. No tengo reparo en decirlo porque no tiene nada de malo. Hay algo de lo que se habla muy poco  y creo que es importante mencionar: muchas modelos sufrieron acoso escolar en la adolescencia por ser naturalmente muy altas o muy delgadas, o por tener facciones exóticas, fuera de lo común. Eran discriminadas por no parecerse a la mujer promedio. Y en el modelaje descubrieron que no tenían por qué esconderse, que no eran patitos feos sino cisnes. Algo que me gusta mucho de la industria de la moda es que es capaz  de convertir un “defecto” en algo bello: vitíligo, dientes separados, cejas superpobladas, albinismo, piernas chuecas, ojos enormes, una forma de caminar graciosa: todo eso también puede ser hermoso.

Desde luego, dicha industria también tiene un lado oscuro con un notable historial de mujeres con trastornos alimenticios, pero no hay que generalizar. Hay modelos que tienen un estilo de vida muy saludable tanto física como mentalmente. Son dos caras de la misma moneda. Y no hay que ignorar a ninguna de ellas. No todo es blanco o negro. Es probable que todas las personas tengamos inseguridades, inclusive las que aparentemente son perfectas, y nadie es libre de salir herido. Así que hay que tener cuidado con lo que decimos.

Yo era una de esas niñas más delgadas que las demás, y me sentía mal por ello. Aunque los médicos decían que estaba bien, la gente me presionaba para que subiera de peso y yo también me presionaba a mí misma, pero por más que comía no lo conseguía. Me pesaba en básculas todo el tiempo. Me obsesionaba la idea de engordar y me aterraba adelgazar. Tiene gracia, pero ahora que lo pienso no era normal que me sintiera tan angustiada por mi peso a esa edad, y me preocupan las niñas que también pasan o han pasado por algo similar.

Por eso me parece peligroso y nocivo el concepto de “mujeres reales”. Insultar a una minoría para supuestamente hacer sentir mejor a una mayoría es asumir que lo que la minoría sienta importa menos o no importa en lo absoluto. ¿Por qué revindicar la belleza de los cuerpos con sobrepeso desde el desprecio a los delgados, cuando podemos hacerlo desde el respeto, el amor a la diversidad y la inclusión? El famoso lema “las mujeres de verdad tienen curvas”, ¿no es tan elitista y destructivo como la afirmación contraria? Satanizar la delgadez no es una buena manera de combatir la anorexia y la bulimia. Intenta solucionar un problema creando otro.

En base a mi experiencia personal debo decir que las modelos pueden ser una inspiración positiva, como Sasha Pivovarova, a quien admiro en varios aspectos. A mí me han  motivado a cuidarme, hacer ejercicio y comer mejor. Por eso me hace ruido que las difamen y las prejuzguen por cómo se ven, como si debieran avergonzarse de quiénes son o no importara lo inteligentes, amables o talentosas que puedan ser. Tienen derecho a ser felices y estar orgullosas de sus cuerpos. No todas las mujeres delgadas están enfermas o se matan de hambre (y las que sí necesitan ayuda, no injurias).

Llámenme idealista, pero creo que no se trata de suprimir un prototipo para cambiarlo por otro, sino de introducir una mayor variedad. Quisiera que todas las mujeres, sobre todo las niñas, pudieran sentirse bien consigo mismas. Y también quisiera que nadie las convenciera de que, por tener tal o cual característica, no son mujeres de verdad.