Por Frank Lozano:

El Partido de la Revolución Democrática comenzó una serie de procesos de reflexión, que derivarán en la renovación de su dirigencia nacional. La importancia de esta sucesión tiene que ver con que el PRD se juega su viabilidad política futura.

De aquí al 2018, el PRD enfrentará a un PAN que se venderá como la verdadera oposición. El PAN intentará establecer su bandera desde la lucha anticorrupción y también buscará capitalizar la debacle económica actual. Por su parte, el PRI, desde la elección de su nuevo dirigente manda el mensaje de que harán todo lo que tengan qué hacer para no perder la elección en 2018. Otro elemento del contexto es que a diferencia de hace tres años, hoy el PRD tiene enfrente a una opción política que, aunque no sea de izquierda, se hace pasar como tal.

Morena es un simple recipiente donde Andrés Manuel López Obrador ha vertido su capital social y político. Es la plataforma que le permite seguir teniendo acceso al financiamiento público de las malditas instituciones y los estúpidos contribuyentes. Es la organización que hoy le da y que le dará la visibilidad que necesita para aparecer en una boleta electoral el 2018.

Morena es más una congregación que un movimiento político. Usa la política para encender el fervor, es decir, la irracionalidad. Utiliza el discurso como homilía. Morena es un experimento social para captar la decepción y el desencanto de esa inmensa franja de población que aún anhela la llegada de un mesías. No es ni será una opción seria porque quien los dirige es un mitómano y un manipulador.

Morena y Andrés Manuel deberían ser la lección mejor aprendida del PRD en el corto plazo. Pero al mismo tiempo, Morena es la oportunidad que el PRD necesitaba para definirse como un partido de izquierda actual.

El inminente relevo de la dirigencia debe obligar a los perredistas a hacerse muchas preguntas, pero la principal es si se trata de un simple relevo en el mando o de un cambio.

En caso de ser lo primero, el escenario no es prometedor para el sol azteca. Si el escenario es el segundo se abre la oportunidad de las definiciones. ¿Qué tipo de izquierda ser? ¿Cómo se ve esa izquierda en el mapa de las izquierdas modernas? ¿Qué tipo de relación debe tener el PRD con la sociedad? ¿Qué tono debe emplear para comunicar? ¿Qué tipo de oposición debe ser? ¿Qué posiciones debe tomar en los temas de la agenda nacional y global? Hoy por ejemplo, nadie sabe a ciencia cierta cómo gobierna el PRD. Si tomamos como parámetros el gobierno de Guerrero y el del Distrito Federal, o si el parámetro es el estado de Morelos o Michoacán ¿Qué PRD gobierna? ¿Cuál es la agenda básica que impulsa?

De los tres partidos grandes del país, el PRD es el que tiene la mejor oportunidad de reinventarse y hay tres temas en los que puede hacerlo. En primer lugar, la agenda democratizadora nacional. El PAN no logró hacer de la alternancia en el poder una transición política. La cultura priísta está intacta. La segunda agenda tiene que ver con los derechos. El PRD debe consolidar la ampliación de los derechos para todos, seguir a la vanguardia en el impulso de leyes que persigan la igualdad. La tercera agenda es la económica. En el mundo existen diversos modelos de gobiernos de izquierda que lograron aplicar políticas sociales en santa paz con el capital. Un PRD con un discurso más equilibrado puede resultar atractivo para quienes buscan esta tercería vía.

Pero está claro que el principal desafío que enfrentará el PRD es la renovación de su clase política, de ahí pues, la importancia entre relevar un dirigente o hacer un cambio de verdad.