Medina Mora y el estado sordo

Por Frank Lozano:

Se consumó el nombramiento de Eduardo Medina Mora como Ministro de la Suprema Corte de Justicia del país. Su nombramiento se apega al proceso legal, pero se despega de un aspecto vital en términos de confianza y fortalecimiento institucional, como lo es la legitimidad.

En México no hemos tenido respiro. Un escándalo sucede a otro. El estado mexicano y en particular, la presidencia de la república, se resquebrajan a pasos agigantados. La forma en la que se toman las decisiones y la forma en la que se procesan los conflictos son igual de graves que las decisiones y los conflictos mismos. A diferencia de tapar un hoyo mientras se abre otro, el gobierno mexicano abre puros hoyos.

Al parecer, en la presidencia de la república hay un desdén anticipado a las reacciones sociales o de plano un cinismo declarado. Una parte de los mexicanos aún no se repone del nombramiento de un empleado del presidente para investigarlo por el conflicto de interés, o, por lo que parecer ser un intento de privatizar el agua, cuando encima ya tiene el nombramiento de un personaje como Eduardo Medina Mora.

Lo que se dice y lo que se ha documentado de él, es materia suficiente para poner en duda su capacidad de dirigir durante 15 años la última institución que, de una u otra forma, se mantenía más o menos intocada.

¿Cuáles son sus cartas credenciales? Matar el CISEN; consolidar la impunidad desde su opaca y abúlica actuación al frente de la Procuraduría General de la República o bien, en materia de Seguridad contribuir desde la ineptitud, a tener el país violento que hoy tenemos.

Con la llegada de Media Mora, se termina por trastocar ese último resquicio de legitimidad institucional y de confianza, tan fundamental en la impartición de justicia.

Medina Mora llega a pesar de él. Llega y a su llegada exhibe una vez más la sumisión del PRI y el penoso pragmatismo del PAN. El espectáculo de lisonjería ofrecido por los senadores del PRIAN fue bochornoso e indigno de un poder que, en el papel, era el responsable de haber realizar un ejercicio de investigación serio para determinar el perfil de quien tendría que ocupar el lugar que ahora ocupará el amigo del presidente Peña Nieto.

Y no, no se trata de que una minoría, como la llamó Javier Lozano, se oponga a todo, se trató de un movimiento social que en tiempo récord logró obtener 55 mil firmas o si se quiere, 55 mil llamadas de alerta que exigían retirar la propuesta del hoy ministro.

El escenario a futuro es desolador, la justicia entrará en una fase franca de simulación. Los poderes fácticos habrán terminado de controlar al estado. Los intereses generales de la nación volverán a ser sepultados. La impartición de justicia profundizará el declive en el que se encuentra. La institución se devaluará hasta volverse un poder subyugado al presidente.

Adiós separación y equilibrio de poderes. Bienvenida, ahora sí, la república de la simulación.