La ley que no fue

Por Frank Lozano:

Bastó el rechazo generalizado en redes sociales, para que el Senador Fayad desechara la iniciativa de ley que pretendía someter a discusión en la cámara alta y que entre otras cosas, buscaba regular los contenidos de las redes.

Lo de Fayad es una reedición de la tentación que tienen algunos políticos por controlar qué se dice y cómo se dice. La irrupción de nuevas fuentes de información ha vuelto obsoletas las viejas tácticas de manipulación mediática, mismas que consistían en comprar el silencio o bien, convertir a los medios tradicionales en voceros del gobierno.

El sospechoso interés del senador Fayad por la seguridad y bienestar emocional de sus correligionarios supone restar y restringir libertades. El senador no entiende el tiempo en el que vive o quizá lo entiende demasiado bien y le aterra saberse en una esfera de cristal, terriblemente expuesto al escrutinio y vulnerable ante la información.

Para bien o para mal, las redes sociales no solo están cambiando la forma en que nos enteramos de las cosas,  están cambiando la forma en que las personas interactúan con el poder. Algunos críticos del ciberactivismo, obvian esto último. Descalifican a quienes tuitean o postean en Facebook sus posturas y no van a marchas. Ambas cosas son válidas, al menos en términos de toma de conciencia.

Las redes han estrechado la distancia entre el ciudadano y los representantes públicos. Le permiten al usuario comunicarse de forma directa con la clase política y dejar testimonio de ello. La red se está volviendo una especie de testigo y a veces también, un jurado colectivo.

El propio poder, consciente de esta cambio, ha intentando jugar en el mismo terreno. Los movimientos virtuales, como lo fue el que destapó la indignación por los 43 estudiantes desaparecidos, intentó ser apagado una y otra vez a través de trols y de bots. No hay día que no se genere una guerra de hashtags.

Estamos ante un proceso de empoderamiento irreversible. Este empoderamiento, con todo y que sea virtual, tiene como función esencial crear una primera impresión en el usuario.

Las redes no son espacios para forjar conciencias profundas, pero sirven a la perfección para viralizar temas. A partir de la ciencia de las redes, los expertos pueden obtener increíbles insumos que les permiten medirle la temperatura a los temas, las reacciones sociales, los escenarios de opinión. Las redes, quiérase o no, dibujan una parte del panorama social, ¡hasta la mentira y la simulación aportan datos!

Una vez conjurada la intentona del Senador Fayad, nos queda seguir atentos y con la guardia en alto. Es bien sabido que más temprano que tarde llegará otro idiota a querer normar y controlar la vida privada de los ciudadanos. Pero para cuando eso pase, quizá ya estemos en otras cosas.

Mientras tanto, ¿quién podrá negar que un meme con la imagen de Carmen Salinas lo dice todo?