Por Alberto Sánchez:

Amigos, me encanta el internet; es más, si estás leyendo esto tal vez compartas este mismo sentimiento, pero lo estás haciendo todo mal si me estás leyendo. En fin, no seas un miserable inconstante y termina algo en tu vida, como este artículo.

Les decía, eso es Internet, la ventana del mundo, el depositario, villano y héroe de todo lo bueno, malo y horrible que existe, almacenado en miles de pequeños bits que corren por la súper carretera de la información.

Es muy fácil conectarnos, tan es así que se ha vuelto un acto automático, una condición casi natural; no estar conectado da la sensación, a muchas personas de estar incompletas, desnudas y sin respuesta a esa jungla que es la realidad sin wifi.

Sin embargo, para millones de personas en México no es posible tener las bondades del sacrosanto internet, fenómeno al que llamamos la brecha digital: la distancia que existe entre los poseedores y usuarios de la red contra los que jamás la han usado en su vida.

En México existe un problema muy grave de brecha digital, y entre la diversidad de conceptos que componen esta brecha, la carencia más importante es la desconexión. Grandes partes de México están desconectadas de la red.

Y no es poca cosa, tal como lo vimos en el famoso artículo de Wired, meses atrás, de una niña genio de Tamaulipas que nadie leyó y que en realidad hablaba de las técnicas innovadoras educativas de su maestro al usar al internet como herramienta educativa didáctica, nos demuestra que es posible avanzar agigantadamente sólo teniendo un ordenador y una conexión a Internet.

Y es en esta carencia en donde entra uno de los multimillonarios más jóvenes de la historia y amigo de Justin Timberlake en su película: Mark Zuckerberg.

Zuckerberg junto con otras compañías como Samsung, Nokia o Eriksson, ofrece servicio de Internet gratuito a comunidades de muy difícil acceso.

Zuckerberg visitó en días pasados a nuestro Licenciado Don Presidente EPN para proponerle esta idea, internet gratis, a lugares donde se necesitan. El presidente, encantado que hagan su chamba y la de la COFETEL, por supuesto que acepto esta bellísima propuesta de este hombre blanco del norte y desde su cuenta de Twitter anunció que México era ya parte de Internet.org.

Pero nuestro presidente como si nunca hubiera comprado en Jaffra (probablemente no) no sospechaba que cualquier cosa gratis trae un truco: Una suscripción a una revista, la compra de otra crema humectante o la afectación de la neutralidad de la red.

Así es, la neutralidad de la red. Tal como lo dice Evgeny Morozov en el The New York Times.

La buena voluntad del creador de Facebook tiene sus límites y sus trucos. Esta cobertura de Internet sólo cubrirá ciertas “apps” a determinados sitios y servicios de sus socios, obviamente, mientras que otros sitios de internet, costarán dinero.

Así, mientras todos los sitios y apps son iguales, unos son “más iguales” que otros, ya que no generan gastos de datos en la plataforma internet.org.

Este sistema implementado en Zambia, Uruguay o Tanzania a tenido dos vertientes: la primera, la gente gasta dinero que no tiene para acceder a otras apps que les interesa consultar; o las apps o sitios tienen que migrar al ecosistema de Facebook para que puedan ser visualizadas por los usuarios.

Es como darle cocaína a un adicto, esperando que después le empiece a gustar la heroína. Y amigos, el Internet es una increíble droga.

O esperar que los demás dealers sean absorbidos por el cartel llamado Facebook para que haya un solo distribuidor.

Okay, pésima analogía pero entendieron mi punto.

Al final las comunidades que pertenezcan a internet.org conocerán un Internet muy diferente al que nosotros conocemos y sobre todo, controlado por una compañía internacional privada que quizá no le interesen tanto nuestras metas de desarrollo.

Las preguntas que quedan obviamente son: ¿Era realmente necesario?, ¿Cuáles serán las consecuencias?

Y eso amigo, ni googleándolo lo podemos responder.