Historia de un clásico: Pumas vs Poli

La historia de la rivalidad deportiva entre el Instituto Politécnico Nacional y la UNAM, en fútbol americano, se inició en 1936. Desde su creación, el clásico de clásicos ha arrojado resultados favorables para los universitarios. Debido a diferentes circunstancias en torno a este gran evento, se ha tenido que dividir su historia en cuatro diferentes etapas, a saber:

De 1936 a 1957, tiempo en que las dos instituciones se encontraban representadas solo por un equipo, Pumas y Burros Blancos. La primera confrontación de este tradicional encuentro fue ganado por la escuadra politécnica.

De 1954 a 1957 se vivió el primer cambio en estos choques estudiantiles. En esa época, bajo el mando del legendario Roberto “Tapatío” Méndez, el poderío de la UNAM inclinó la balanza a su favor. Con los Pumas en pleno despegue, el Politécnico se vio debilitado en 1958, cuando su equipo se escindió: Poli Guinda y Poli Blanco, dirigidos por Jacinto Licea y Manuel Rodero, respectivamente. Los jugadores de la Universidad, por el contrario, demostraron cohesión y fuerza.

La segunda etapa de los clásicos se vivió de 1959 a 1967, cuando los Pumas se integraron a la Liga Mayor, época en la que se realizaron siete clásicos ante Burros Blancos (equipo integrado por una selección de los mejores jugadores de Poli Guinda y Poli Blanco).

Al siguiente año, 1969, surgió la Liga Nacional Colegial, integrada por tres nuevos equipos del Politécnico: Águilas Blancas, de ESCA-ESIQIE; Búhos, de Medicina-Biología, y Cheyenes, de ESIME-ESIA . La división de equipos parecía ser el siguiente paso, pero la UNAM prefirió mantener su tradición de 33 años y anunció que no solo se abstendría de participar en la temporada oficial, sino que tampoco integraría equipo para el tradicional clásico.

Eran ya dos años de ayuno para los aficionados, pero en 1970 la UNAM ya no pudo sustraerse de la tendencia a los cambios, por lo que anunció la creación de tres equipos: Cóndores, Águilas Reales y Guerreros Aztecas. Esta ramificación desembocó en la creación de la Liga Nacional y marcó el arranque de la tercera etapa de los clásicos.

Los equipos representativos del IPN y la UNAM se integraron, a partir de entonces, mediante una selección de los mejores elementos de sus equipos de la Liga Mayor.

Las luchas internas dentro de nuestra Universidad provocaron en 1998 la suspensión de los encuentros. El interés de un grupo de personas en manejar a Cóndores, considerados como la institución más estable en el Pedregal, provocó que las autoridades de Rectoría decidieran la desaparición de varios equipos para formar Pumas CU y Pumas Acatlán. Al parecer, con esto se pretendía tener una escuadra poderosa, que sería alimentada con prospectos surgidos de todas las escuelas. En el papel, la idea lucía atractiva, pero en la práctica fue un rotundo fracaso y generó la profundización de las luchas internas por el control del equipo.

En la cuarta etapa, la celebración del clásico se suspendió y se retomó hasta 2001. Para este encuentro, la UNAM presentó al equipo de Pumas CU reforzado con jugadores de Pumas Acatlán, conservándose a manera de selección de toda la institución, como, después de todo, se había estado jugado en las últimas décadas.

En el 2007, el Politécnico intentó reestructurar sus equipos de igual forma, restituyendo el equipo de Burros Blancos. Pero a diferencia de la Universidad, de las escuadras que había tenido el Politécnico solo Águilas Blancas permanecía en la Liga Mayor y sus jugadores y cuerpo técnico se negaron a cambiar de nombre. De este intento de reestructuración, los antiguos jugadores de Pieles Rojas, de Zacatenco, que ya tenían tiempo sin jugar en el circuito de la ONEFA, reaparecieron como los nuevos Burros Blancos.

En enero de 2008 se da la escisión en la ONEFA, promovida por las instituciones públicas en contra de las particulares, que desde la década de los noventa dominaban la Conferencia de los 12 Grandes. Los argumentos fueron la búsqueda de equidad competitiva, la regulación de número de becas por equipo y la edad límite de los jugadores; todo con la finalidad de mantener el espíritu de competencia justa. Es en ese ámbito en que hasta la fecha el clásico estudiantil se desarrolla.

Para concluir, cabe recordar las tradicional “quemas del burro y del puma” en las distintas escuelas de los equipos contendientes.