El Papa y el Peje, actores de una comedia

Por Frank Lozano:

El Papa y el Peje tienen más similitudes que diferencias. Ambos son seguidos ciegamente por rebaños. Ambos se presentan como los salvadores de su respectiva grey. Ambos empuñan un discurso de regeneración. Ambos utilizan muy bien los medios de comunicación.

Ambos actúan sobre teatros medidos con públicos sordos. Ambos buscan comunicar emociones. Ambos intentan romper con una parte del pasado, pero al mismo tiempo se rinden ante los pilares más rancios que sostienen sus edificios.

Ambos tienen la difícil labor de expulsar los demonios que sus instituciones y ellos mismos, han forjado. Ambos hacen política. Ambos usan la fe como un instrumento para crear esperanza.

Pero lo cierto es que ni el catolicismo, ni la izquierda se van a salvar a golpe de guiños y piezas retóricas. El catolicismo y la izquierda, requieren profundos cambios de timón y redefiniciones para mantener su viabilidad.

Hasta ahora, ni el Papa, ni el Peje, han dado señales de ser transformadores, ni revolucionarios. Son actores de una comedia banal. El estilo de su liderazgo es superfluo. Son publirrelacionistas que lidian con la mala imagen de sus productos. Son manipuladores que juegan con las palabras para crear percepciones, logran congregar en torno a ellos a miles o millones, pero no son capaces de impulsar cambios.

La carta que el Peje le dio al Papa, allende su contenido, es un acto burdo y oportunista, no una jugada audaz ni mucho menos. Orilla al máximo prelado a jugar un papel de espejo involuntario donde el megalómano López Obrador pretende afanosamente reflejarse.

Ofende al catolicismo por utilizar a su máxima figura dentro de su juego de poder y de su ya larga campaña electoral de más de doce años. Es desmedida en su propósito y falsa como las declaraciones que un día sí y otro también, hace el tabasqueño. Es un treta, un acto grosero e impulsivo.

¿Representa esa carta a la izquierda? ¿Realmente le interesa a la Iglesia católica coquetear con un personaje como AMLO? ¿Impondrá acaso temas en la agenda del Papa en su visita a México? Quizá sea lo contrario. Quizá, esa carta haga de la visita papal un momento incómodo para el Jefe de Estado del Vaticano. Quizá esa carta simple y sencillamente, pase a formar parte ya de un santo cesto de basura.

Andrés Manuel López Obrador se ha equivocado. Actuó como un adolescente frente a un rockstar. Se dejó llevar por su dedito. Le hizo caso a su chofer y no a una estrategia. O tal vez esa era la estrategia y entonces sí, confirma su torpeza y su capacidad para abrirse frentes gratuitos.

Si el Peje espera que su desliz adolescente se transforme en simpatía de la Iglesia Católica, y eventualmente en votos católicos, está equivocado. Si piensa que su jugada maestra impondrá una agenda papal, es iluso. Si cree que les ganó el mandado a todos, es patético.

Para que la izquierda y la Iglesia católica encuentren puntos de encuentro significativos, hace falta algo más que un accidentado coqueteo de pasillo. Si la izquierda quiere ver con seriedad el papel transformador que puede tener la Iglesia, debe comenzar a diseñar agendas, no a escribir misivas sin respuesta.

Pero claro, olvidé que Andrés Manuel no es de izquierda y que la Iglesia no va a cambiar. Iluso que soy.