Dos años, menos cuatro en reversa

Por Frank Lozano:

Está en marcha una estrategia del gobierno federal para silenciar y distraer de la opinión pública la ineptitud con que se ha atendido la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, y el conflicto de interés en que incurrió el Presidente Enrique Peña Nieto, con el caso de La Casa Blanca y la fallida concesión del tren rápido México-Querétaro.

Todo comenzó con el montaje nacional realizado por el Presidente la semana pasada. Se trató de un acto digno de una producción televisiva. Revivió las épocas de adoración al caudillo, el vasallaje, el aplauso robótico a la figura presidencial. Se trató de la espeluznante renovación de votos de los viejos rituales presidencialistas del PRI: el rescate forzado al primer inepto de la nación.

El mensaje adentro del mensaje es claro: no hubo autocrítica, no hubo movimientos en el gabinete, las medidas anunciadas son una suerte de refritos que, más que propiciar un ánimo nacional distinto, parecen ser una forma de ganar tiempo para enfriar el sentimiento de enojo que vive el país.

Todo esto, en el marco de los dos primeros años del gobierno. Los optimistas ven en estos primeros dos años un logro político sin precedentes, realizado desde la plataforma del Pacto por México, y que no fue otra cosa que un intercambio pragmático de intereses entre la oligarquía económica y sus títeres los partidos políticos.

Y hasta ahí llega todo. Un paquete de reformas que no ha incidido en la forma en que millones padecen a este país. Un paquete de reformas que no fue pensado para combatir la desigualdad, sino para catapultar las oportunidades de negocios de los grandes consorcios. Un paquete de reformas que a lo mucho sirvió como propaganda internacional y que, más temprano que tarde, se esfumó para dar paso a la verdad.

Los realistas vemos que en estos dos años ha habido al menos once ajustes al PIB. Todos a la baja. Los realistas hemos visto que la impunidad se mantiene en porcentajes escandalosamente altos. Los realistas hemos visto que no ha habido un esfuerzo de fondo para esclarecer la situación de más de 23 mil ciudadanos que se encuentran desaparecidos.

Los realistas observamos que la tasa de homicidios durante este lapso, en comparación con la del Presidente Calderón, es más alta. Los realistas nos damos cuenta que existe un grave problema de feminicidios en el país y no se hace nada.

Los realistas fuimos testigos de un recorte histórico a la cultura de más de tres mil millones de pesos y de la compra de un avión presidencial de 7 mil millones de pesos. Los realistas hemos visto la liberación de Caro Quintero y el encarcelamiento de Mireles.

Los realistas gritamos una y otra vez que algo anda mal con el asunto del grupo HIGA, la Casa Blanca de Angélica Rivera, la concesión del tren rápido, y ellos no.

Los próximos cuatro años, México tendrá un Presidente sin poder, sin aceptación popular y sobre todo, un Presidente cuestionado por su opacidad y presunta corrupción.

Su sexenio terminó, duró dos años y los cuatro que siguen serán en reversa. Y la solaz estrategia de silencio, fracasará.