Construir un mundo sin bostezos

Por @Bvlxp:

Se afirma que el tiempo es cíclico. Se entiende que los que vamos corriendo en círculos somos los humanos y que el tiempo sigue su curso indiferente a lo que nosotros pensemos de él. Decimos que el tiempo es cíclico porque somos nosotros los que cada tanto volvemos a toparnos con la proverbial piedra que nos hace pensar que le hemos dado una vuelta entera al tiempo. Lo que sucede es que el hombre es un ser que muerde su propia cola y le echa la culpa al tiempo.

Corría el mes de septiembre de 2014 cuando el periodista Alejandro Sánchez Camacho escribió el reportaje “El joven que tocaba el piano (y descuartizó a su novia)”, publicado en la revista Emeequis. La pieza narraba el encuentro de dos jóvenes cachondones que terminó en un horrible asesinato en Tlatelolco. La pieza de Sánchez Camacho desató la furia biempensante que exigió, entre otras tonterías, que el reportaje fuera reescrito en términos que dejara tranquilas a sus conciencias.

Casi tres años después, Valeria Luiselli, una rutilante estrella de su generación, una mujer de proclividad progresista (que no progre) escribió en el periódico El País un texto bajo el título “Nuevo feminismo”, que desafortunadamente ya no se puede consultar en su forma original porque Luiselli decidió modificarlo ante las furibundas reacciones progres que desató. En su columna, Luiselli dijo cosas que hicieron enfurecer al feminismo de Internet: que el feminismo actual le parecía simplón y reaccionario, produciéndole largos bostezos y una sordera selectiva. Luiselli aboga en su estimulante texto por una suerte de post-feminismo, un feminismo de la practicidad, un feminismo que resuelva, facilite y haga más digna la vida de las mujeres (hablaba de un traje espacial diseñado para facilitar la absorción de la menstruación de las astronautas) y no por un feminismo en la forma en que lo conocemos ahora: censor, autoritario y victimista, preocupado por cuántas mujeres hay en un panel, por si tal canción es machista y no por las mujeres que el mundo devora todos los días: las mujeres migrantes, las mujeres indígenas acusadas injustamente, las profesoras humilladas en Oaxaca por la CNTE.

¿Cómo reaccionaron las chicas (y chicos y chicxs y chxcxs) feministas del Internet? Fieles al diagnóstico de Luiselli, de forma simplona y reaccionaria, pero también artera y vil. En el aire había un tufo de no poder creer que una de sus estrellas (como las estrellas, lejana e inalcanzable para su mundanidad y su falta de brillo) haya sufrido tal “resbalón” (sic. que traiciona al movimiento y al pensamiento único). Ante el saco a la medida, las feministas recurrieron al golpe bajo: Valeria es una niña mimada, que no ve más allá de sus privilegios y, ¡oh osadía!, que ha vivido en muchos países y escribió su texto desde Nueva York y no desde la Gran Tenochtitlán. Golpe bajo dado por niñas igualmente privilegiadas que Luiselli sólo que mucho más ciegas y cínicas ante su propio privilegio.

Es una pena que, en un patético intento por congraciarse con la sororidad, Luiselli haya reescrito su texto, práctica favorita del pensamiento intolerante de la progresía, que ahora a la envidia le agrega el agravio de no estar de acuerdo con ellos en absolutamente todo. Luiselli logró así fallarle a la honestidad intelectual y ser descastada de la logia feminista por más que haya hecho de todo por congraciarse, atribuyéndole su recatamiento a que los “machines” se estaban aprovechando de su texto. La progresía ha olido sangre y le ha parecido que su rectificación no es suficiente y quiere más: como ya vimos tus verdaderos colores, enséñanos tus textos antes de enviarlos, no te vayas a equivocar. Reescribe tu texto, el mundo es como digo yo.

No obstante, en su siguiente columna en El País, Luiselli, así sea de forma velada, da pistas de lo que en realidad piensa del feminismo en su forma actual y lo que piensa de la Reacción, preguntándose si su hija aprenderá a leer mapas en los que se señalen áreas de Internet a salvo de la policía del pensamiento, de la pesadilla que se construye tuit a tuit. Su responsabilidad, entonces, habría sido sostener lo dicho, ayudar al feminismo a trascenderse a sí mismo y a construir un mapa de libertad de pensamiento para su hija, facilitándole un futuro en el que pueda se pueda discrepar del movimiento en el que crea y revisar sus propias ideas a salvo de la inquisición progresista, ahorrándole, además, bostezos como los suyos.