Por @Bvlxp:
El día de ayer, un reportaje de The Wall Street Journal (WSJ) puso de nuevo en la discusión pública la declaración “3 de 3” que presentó el eterno candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El alegato principal del reportaje es que AMLO omitió declarar dos departamentos respecto de los cuales figura como propietario en el Registro Público de la Propiedad del Distrito Federal y que él afirma haber donado a sus hijos. En realidad, los departamentos de Copilco, inmuebles que rayan en la categoría del interés social, no son el tema relevante del asunto, sino la idea de AMLO sobre la transparencia.
Como afirma el propio reportaje del WSJ, la declaración del candidato, más que una de bienes, parece una de pobreza. La riqueza declarada por AMLO es tan ridícula, que cabe en esta pequeña nota. Si no fuera por su vasta y generosa familia, sería un desposeído, un individuo en situación de calle. El hombre no tiene nada: ni un coche, ni una casa, ni un pequeño terruño. Apenas si presume una cuenta de banco con menos de cien mil pesos en la que MORENA, suponemos, le deposita sus ya clásicos $50,000 al mes. Pareciera que el señor tiene una cuenta de banco porque ni siquiera cuenta con un colchón debajo del cual esconder su salario.
La declaración de AMLO, más allá de ser transparente, busca tomarle el pelo una vez más a la opinión pública. Más que preocuparse porque fuera verdadera o al menos coherente, con ella AMLO buscaba respaldar un discurso público que ha sido realmente el único activo político de su carrera: la honestidad. Lo malo para él fue que, más que apuntalarlo como un candidato pulcro entre la marea roja de corruptos que ha arrojado este sexenio, su mañosa declaración lo colocó en el ojo de la sospecha. De pronto, AMLO es un político más, uno más de esos políticos.
En su 3 de 3, AMLO quiere hacernos creer que el que él no sea dueño, equivale a tener nada. Quiere que nos traguemos el cuento de que los bienes donados a sus hijos no hablan de riqueza y que lo que posea su esposa no tiene que ver con él. Lo que su 3 de 3 deja claro es que AMLO tiene una idea muy setentera tanto de la transparencia como del arte de esconder los bienes, y una muy claridosa de lo que es el conflicto de interés. Por ejemplo, en los últimos años, a sus hijos les ha donado ranchos, departamentos y, recientemente, hasta cargos dentro de MORENA, el partido del que es dueño. Veamos: AMLO afirma que su esposa gana $570,000 al año, es decir, $47,500 al mes. Desde luego, AMLO no se molesta en darnos el saldo de la cuenta bancaria (si es que la tiene) de su esposa, pero sí espera que creamos sin más que con ese ingreso, entre los años de 2010 y 2015, ha comprado dos terrenos en San Andrés Cholula, Puebla (2010 y 2013, en efectivo); un departamento en Puebla (2015, a crédito); una casa en Tlalpan (2013, a crédito) y un automóvil (2016, a crédito). Más allá de admirar la hábil forma en la que la señora administra el dinero, sorprende la seriedad y el profesionalismo con los que la banca aprueba créditos. De caer en el incumplimiento, la sola cartera crediticia de la esposa ameritaría su propio FOBAPROA.
Con su 3 de 3, AMLO cayó víctima de sus propios prejuicios y de su visión maniquea del mundo. Obrador lleva década y media recetándonos que él es distinto a esa caterva que denomina “la mafia en el poder”. Para AMLO, el que tiene dinero es necesariamente malo o por lo menos sujeto de sospecha y mientras menos se tenga, más bueno se es. Con su catálogo de un rancho, dos casas, tres departamentos y dos terrenos (más lo que se acumule), hoy AMLO parece colocado del lado de los políticos que tienen mucho y a buen resguardo.
La 3 de 3 es una buena imagen de lo que AMLO entiende por honestidad valiente: no importa qué se haga o cuánto se tenga mientras las cosas no pasen por sus manos. Para eso tiene a René Bejarano, a Carlos Ímaz, a Gustavo Ponce, a sus hijos y a su esposa. Cierto que la desfachatez de generaciones de políticos y funcionarios que han abusado del poder para enriquecerse han dado pie al oportunismo político de AMLO, pero entre la transparencia arroje más luz sobre el personaje, menos podremos tomar sólo su palabra para salvaguardar su honra y más podremos verlo como es, hasta que quizá un día su sobada cantaleta de la mafia en el poder termine por incluirlo.