Ahora ¿o nunca?

Por Frank Lozano:

Los motivos que inspiraron a un puñado de mexicanos para promover la iniciativa Ahora son intachables. Estamos cansados de la simulación. Los partidos están rebasados. Los ciudadanos nos enfrentamos al terrible dilema de elegir al menos malo. La representatividad política es insuficiente. La credibilidad del gobierno federal es nula. La corrupción, el enriquecimiento de los gobernadores presuntamente a costa del erario público es ofensivo. Los asesinatos, las fosas clandestinas, los feminicidios, los secuestros hacen de la vida cotidiana algo asfixiante. La clase política nos ha fallado.

Nombres como Javier Sicilia o Sergio Aguayo inspiran confianza. Se puede o no estar de acuerdo con ellos en algunos temas, pero nadie puede negar que sus trayectorias y banderas son bien intencionadas.

A este movimiento que nace, le espera un largo recorrido para convertirse en opción política. Primero, tendrán que convencer a ochenta mil mexicanos de que su apuesta es seria. Si transitan sin problema este primer filtro, tendrán un segundo problema, convencernos de que Emilio Alvarez Icaza tiene el perfil que se requiere para enfrentar los problemas nacionales.

Emilio Alvarez Icaza es una figura polémica. A lo largo de su carrera como servidor público ligado a la defensa de los derechos humanos, ha sumado detractores y seguidores.

Entre los detractores, no debemos olvidar a un activista que lo demandó por malversación de fondos, por el tristemente célebre papel del Grupo Interdisciplinario de Expertos, GIEI, del no más triste caso de los 43 estudiantes desaparecidos de la normal rural Isidro Burgos de Ayotzinapa. Otros le cuestionan su trayectoria pública, sus vínculos con el poder; su silencio o su debilidad para servir de contra peso en la época más sangrienta que ha vivido el país. Tampoco hay que olvidar que hacia la parte final de su gestión se registró en el país un notorio retroceso en materia de derechos humanos.

A diferencia del experimento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, que hará un proceso nacional de consulta con sus bases, el movimiento Ahora, decide salir con un abandero y construir a partir de ello.

La agenda de ocho puntos que presentan no es novedosa ni innovadora; son los temas que, de una u otra manera, todos mencionan. La novedad, ciertamente, radica en ser propuesta por un grupo de ciudadanos que históricamente han empujado estos temas desde la sociedad civil, es decir, son congruentes con sus trayectorias.

No obstante, estos ochos puntos no logran marcar una diferencia contundente con otros. Falta profundizar. Falta ensanchar la visión. Faltan temas ambientales, educativos. Faltan temas relativos al desarrollo regional. Faltan temas relacionados a la agenda de los derechos de última generación. En el diagnóstico, no hay un análisis de la arquitectura institucional del estado ni de la interacción entre poderes. No se menciona por ningún lado algo que tenga que ver con la impartición de justicia. Nada sobre ciencia y tecnología.

Llama la atención que, tratándose de un sector de la sociedad civil, no haya habido un ejercicio amplio de consulta para configurar una agenda nacional previo a proponer una candidatura. Todo lo contrario, proponen una candidatura acompañada de una agenda corta.

Pese a ello, hay que darle la bienvenida a nuevos actores. Hay que tener valor para aventarse a los ruedos de la política real. Pase lo que pase en el 2018, en la medida en que más actores y más voces distintas a la que conocemos se sumen, se enriquecerá el debate y por ende, la agenda política nacional.

Ante la emergencia de esta y otras posibles candidaturas, los que hoy ya se sienten en la silla presidencial, estarán obligados a ser más serios, más profundos y más honestos en sus posiciones.

De no hacerlo, una vez más se quedarán en la orilla, ese lugar que tan bien les sienta.